viernes, 7 de diciembre de 2012

¡Levántate y brilla!

"Levántate y brilla, que ha llegado tu luz y la Gloria del Señor amanece sobre tí". Is. 60: 1


 Desde la última vez que publiqué, a la fecha, ha pasado mucho tiempo, puedo asegurar que en todo ese transcurso muchas caídas en mi vida espiritual he tenido, pero el estar aquí hoy escribiendo me hace darme cuenta que también muchas veces me he levantado y la mano del Señor ha estado ahí para ayudarme a hacerlo. Más que eso, me ha limpiado de mis pecados en más de una ocasión, con el agua de su costado me ha lavado y no solo eso, con su sangre; me ha embriagado.

Muchas veces, como humanos luego de tener una caída y regresar a las situaciones de pecado constante nos creemos incapaces, indignos de darle la cara al Señor y por esa razón nos quedamos ahí estancados y no decidimos levantarnos y volver nuestra cara a El. Sin embargo; en este camino he aprendido, que vale mas ser un sin vergüenza arrepentido que un recatado caído. ¿Por qué? el sin vergüenza arrepentido aunque pecador, se arrepiente y vuelve a los brazos del Padre, tal cual el hijo pródigo. En cambio el recatado caído, por vergüenza o "pudor" se queda ahí, botado, caído, estancado y se pierde la bendición de volver a los brazos de su Creador. 

Al fin y al cabo, ¿de qué sirve tratar de esconder o de ocultar el rostro a Jesús luego de nuestras caídas, si El siempre lo sabe?

Aunque como cristianos debemos siempre buscar la santidad y buscar la perfección, siempre existirán momentos de desierto en los cuales vamos a caer en las tentaciones, es ahí donde siempre debemos recordar que "El Señor es bueno y su misericordia es eterna". Salmo 35.


Te invito, a que independientemente lo que estés viviendo o hayas vivido, si sientes que has caído y tu corazón siente nostalgia de reconciliación y deseo de volver a estar con el Señor, tomes la decisión de levantarte y volver a la casa del Padre (Leer San Lucas 15). Un buen primer paso, es acudir a la confesión y a la eucarístia y luego tener siempre de la mano el arma de la palabra de Dios y la oración como aliados para mantenerte en pie en la batalla.

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