domingo, 4 de diciembre de 2011

Eucarístia. Alimento que da vida.


Como cátolicos, muchas veces somos reacios para asistir al sacramento de la Eucaristía, para el cual nos preparamos con la Santa Misa. Nos da pereza levantarnos temprano para ir a misa de 7 am y por la tarde preferimos hacer cualquier otra cosa. Dejaríamos de ser humanos si no tuviéramos este sentimiento en repetidas ocasiones. Sin embargo; en la Eucarístia, encontramos un regalo maravilloso. El mismo Cuerpo de Cristo hecho pan y su sangre hecha vino.

En el tiempo de la vida pública de Jesús las personas con ser tocadas por El fueron sanadas, liberadas y algunos con solo tocar el borde de su manto. Nosotros ahora, a través de la Eucaristía, lo vemos, lo tocamos y lo ingerimos. Se vuelve parte de nuestro cuerpo!! y de nuestro espíritu, llenándolo de vida.
Me ha pasado, a veces, no tengo ganas de ir a misa y cuando ya me encuentro en la parroquia, la presencia real de Jesús en el Santísimo Sacramento me cambia el panorama y me recuerda de donde vengo y hacia dónde voy.
Recibir el cuerpo de Cristo para mí significa algunas veces alegría, consuelo, paz, sabiduría, fortaleza, etc. Son muchos los regalos que obtengo cada vez que recibo a Jesús en el sacramento.
Si nunca has sentido o vivido tales cosas, pídele al Señor que te permita gozar de estos beneficios y despertar tus sentidos a esta experiencia real y maravillosa.
El "simple" hecho de estar frente al altar y contemplar el cuerpo de Cristo en el momento de la consagración es algo sobrenatural. Momento en el cual, el Espíritu Santo y los ángeles del cielo descienden a formar parte de tan magno milagro.
Son muchos los milagros eucarísticos que encontramos a lo largo de la historia y puedo asegurar que estos siguen suciendo y suceden en nuestro corazón cada vez que nos disponemos a recibir a Jesús Eucaristía. Puedes conocer algunos de estos en el siguiente link: http://www.adorasi.com/temas/milagros-eucaristicos/

Oración:
Señor Jesús, te agradezco que nos hayas dejado el sacramento de la Eucarístia, en el cual tu te partes y te compartes en millones de pedacitos para todos los que te recibimos. Gracias, porque nos sustentas y alimentas nuestro espíritu. Te pido que me ayude a abrir mi corazón a tí y me des la fuerza y el deseo de buscarte en tal sacramento. Jesús: te amo. 

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