lunes, 5 de diciembre de 2011

La mano de Jesús.

Para este post, no habrá imagen pues físicamente, no puedo ni siquiera imaginar las manos de Jesús. Solo sé que están llenas de amor y de ternura para todos sus hijos que claman a El y lo necesitan.
Seguramente, son lo suficientemente fuertes para levantarnos cuando caemos y lo suficientes suaves y delicadas para secar nuestras lágrimas cuando lloramos, para acariciar nuestras mejillas y nuestros cabellos.
Las manos de Jesús, son esas manos de médico que puede sanar nuestras enfermedades. Son capaces de posarse sobre nuestro corazón y llenar el vacío que hay en el, cambiar la tristeza en alegría y el duelo en alabanza.
Benditas sean las manos de Jesús, que convirtieron el agua en vino. Convierte hoy Señor, mi corazón de piedra en un corazón de carne.
Benditas sean las manos de Jesús, que fueron atravesadas por clavos cuando pagó en el madero de la cruz por nuestros pecados. Atraviesa hoy Señor, mi corazón con tus manos y arranca de el todo aquello que no te pertenece.
Benditas sean las manos de Jesús, que se posaron sobre ciegos, sordos, mudos, leprosos y paralíticos y fueron sanados. Tócame Señor. Toca mi mente, mi corazón, mi cuerpo, todo mi ser. Sana mis heridas físicas y espirituales.

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